Existen libros cuyas temáticas son tan impactantes que rápidamente despiertan curiosidad en los lectores. El asesino de la máscara Noh de Malenka Ramos es uno de esos casos. Nacida en Oviedo, España en 1978, su pasión por la literatura creció entre las estanterías de la biblioteca de su padre.

Conocida por su trilogía Venganza, la escritora ha explorado, además de la literatura erótica, temas como el thriller y el suspense psicológico, siempre con un sello que fusiona la ferocidad del ser humano con una intensidad emocional que cala hondo en personajes y lectores. Con esta novela, nos presenta un thriller que impregna su narrativa con lo más oscuro de la naturaleza humana, mientras se sumerge en la compleja tradición cultural japonesa.

1. Raíces en el misterio y el terror

Desde sus inicios, Malenka Ramos ha sentido fascinación por el misterio y el terror, influenciada tanto por la literatura como por el cine. Explica que sus historias nacen de aquello que le gustaría ver o leer, buscando siempre un equilibrio entre lo que ella disfruta y lo que atrapa al lector “Al estar rodeada de este tipo de historias, pues me siento mucho más cómoda a la hora de escribirlas” nos comenta.

Aunque comenzó escribiendo literatura erótica con su saga Venganza, su verdadera vocación ha estado siempre en la narrativa de suspense, donde puede explorar los límites de la psicología humana y las emociones más intensas.

2. Una novela perturbadora con conexiones al mundo real

La idea de El asesino de la máscara Noh surge de un tipo particular de máscaras japonesas, aquellas que pueden cambiar de expresión según la luz. Esta peculiaridad estética y el folclore que las rodea inspiraron a la autora para construir una historia donde el horror se fusiona con la realidad. “Eran un tipo de máscaras que estaba muy observada en Japón porque habían pasado sucesos [...] de gente que se había vuelto totalmente loca con esa máscara en su poder” cuenta la escritora sobre los acontecimientos de la vida real que la inspiraron para crear esta historia.

Además, “siempre me ha gustado que las historias que creo tengan una conexión con la realidad, de tal modo que cuando tú lees un libro, intentas averiguar algo sobre esa verdad”, destaca Ramos. En sus novelas siempre busca que haya una conexión con hechos reales, un hilo que una la ficción con una base en la historia o en la cultura.

Los personajes también juegan un papel fundamental en la historia. En esta novela, la relación entre Andreu Martí, el inspector de policía, y el personaje de Yuri Hirano, un joven de origen asiático, genera un contraste entre la rigidez y la provocación, lo que permite que la narrativa avance de manera dinámica. Ramos se divierte creando estas interacciones, donde los choques culturales y emocionales enriquecen la trama “me siento muy cómoda en esos temperamentos que chocan muchísimo pero que al final acaban siendo un equipo que gusta mucho a la gente”.

3. Los asesinos seriales y el teatro de máscaras

Uno de los aspectos más intrigantes de la novela es la representación del asesino en serie. La autora se aparta del estereotipo del criminal traumatizado para explorar una maldad más enigmática “Existen asesinos que tienen un componente social con problemas de que vienen de la infancia. Y luego está el asesino con el cual yo me siento cómoda, ese personaje antagónico que inicialmente no le ha pasado nada, no ha tenido un hogar desestructurado, no se le puede catalogar como un chiflado. Y esa maldad a mí me me fascina.”

Se pregunta si todos podríamos actuar como psicópatas en ciertas circunstancias extremas o si la maldad es una condición innata “Llegados a este punto, después de leer tanto sobre asesinos en serie, no lo tengo claro todavía”. Este cuestionamiento le permite ahondar en la mente del asesino y en los miedos más profundos del ser humano.

La novela está estructurada en cinco actos, exactamente los mismos de una pieza de teatro Noh, lo que refuerza la relación entre el crimen y la puesta en escena. Ramos se interesa por el papel histórico de las máscaras en el teatro y en la sociedad japonesa, donde no sólo servían para la interpretación, sino que también permitían a las personas adoptar identidades distintas y liberarse de sus restricciones sociales, “Tú podías interpretar o ser un psicópata, un loco o un una persona enferma, o desarrollar sentimientos negativos que realmente tú tenías pero que en el escenario no eran juzgados. Con esa dualidad y esa manipulación y esas emociones es donde se juega”.

Esta idea de que las máscaras pueden revelar más de lo que ocultan es un concepto clave en la novela “[las máscaras] representaban lo que realmente éramos, porque en ese escenario era cuando verdaderamente éramos libres de ser o de actuar de la manera que quisiéramos hacerlo, sin ser juzgados ni censurados”.

4. La soledad y melancolía de los fantasmas japoneses

Por otro lado, la autora establece un vínculo entre los fantasmas japoneses conocidos como yūrei y la soledad de sus personajes, cuenta: “Son reales. Su vida está tan absorbida por su trabajo, están rodeados de situaciones que les hacen perder días y días en investigaciones [...] Entonces, efectivamente hay soledad, hay melancolía y fracasos. Y todo esto se puede comparar con lo que espectralmente son los yūrei japoneses”.

La presión social y el aislamiento en la cultura japonesa se trasladan al tono melancólico de la historia “Allí la gente se siente sola y en el momento que se frustra o fracasa, no lo sabe gestionar y todo el folclore japonés también tiene mucho que ver con ese dolor, con esa soledad”. Este elemento hace que el terror no sólo provenga del asesino, sino también del entorno y la psique de los personajes.

Malenka Ramos es una escritora que se mueve en la frontera entre el thriller y el horror que sumerge al lector en relatos donde la psicología y el simbolismo cultural se entrelazan con precisión. En esta novela, la autora construye un universo donde la tensión y la ambigüedad desafían las percepciones del lector. El asesino de la máscara Noh es una exploración imperdible de la identidad, la locura y los temores más arraigados del ser humano.