Anidado cómodamente en un lugar entre los cuentos de los hermanos Grimm y los relatos fantásticos de Jorge Luis Borges, se encuentra esta novela tan particular. En Té para fantasmas (Du Thé pour le fantômes), la escritora Chris Vuklisevic nos sumerge en una historia donde la línea entre el pasado y el presente es, en el mejor caso, borrosa e incluso inexistente. Naturalmente estos se encuentran interconectados, unidos por un lazo de tradición y duelo.

A través de la protagonista, Félicité, la novela aborda la importancia de la memoria, los lazos familiares y la redención, usando el té para vincular a vivos con muertos (porque en esta vida y la siguiente, todos disfrutamos de un buen chisme).

Volver a casa

Hija de un pastor difunto, desde su infancia, Félicité ha estado rodeada de fantasmas, tanto metafórica como literalmente. Ella ha aprendido a controlar esta situación, así como el resto de los eventos paranormales a su alrededor. No se puede decir lo mismo de Agonie, su hermana gemela, quien no podría ser más diferente. Maldita con habilidades mágicas que no puede controlar, tales como expulsar mariposas cada vez que habla o que la comida se pudra en su boca, Agonie representa un pasado incómodo y doloroso.

Con el paso de los años, la vida separa a estas hermanas por dos caminos bastante distintos: mientras que Félicité encuentra una vida de tranquilidad y un uso práctico para sus habilidades, Agonie no puede dejar que el pasado sea el pasado, sintiendo recelo y rencor por la forma en la que fue rechazada por la comunidad e incluso por su propia familia.

Esto es hasta que Félicité se entera de la muerte de su madre, lo que la obliga a regresar a la casa de su infancia, donde ella y su hermana deberán enfrentarse no sólo al duelo, sino a los recuerdos que había intentado olvidar. En este viaje, Félicité debe reencontrarse también con su hermana, a pesar de su relación fracturada para, de esta manera, juntas encarar los secretos familiares que han permanecido ocultos por generaciones.

El té conecta a todos

Como su título hace evidente, uno de los elementos centrales de la novela es el té. No es únicamente una bebida reconfortante, sino también el medio que nuestra protagonista utiliza para comunicarse con los espíritus.

Podemos ver en Félicité una dualidad interesante: a pesar de utilizar el té para comunicarse con espíritus ajenos a ella, siendo así proveedora de un servicio valioso para su comunidad, también podemos sentir que ella se mantiene siempre a un brazo de distancia, pues no quiere tener que encontrarse ni por error con su pasado.

Es necesario acorralarla a través de la muerte de su madre para que esta alma perdida comience su viaje para sanar las heridas del pasado. Sin embargo, cabe recordar que sólo porque los ignoremos, esto no significa que los fantasmas no estén ahí. A medida que las hermanas se adentran a los misterios del pasado de su familia, se dan cuenta que los fantasmas no son únicamente espíritus, sino también las cosas que dejamos sin resolver, las cuales, lo queramos o no, persisten con el tiempo.

De esta manera Té para fantasmas sugiere que no basta el reprimir los dolores, dejándolos como un ente invisible que podemos pretender que no está ahí, sino que se deben de afrontar los traumas y recuerdos para avanzar. La preparación del té, por lo tanto, se convierte en un acto de reconciliación y redención.

Mirar hacia adelante

Como ya he mencionado, Té para fantasmas es una historia de reconciliación, con muertos y vivos por igual, y también con uno mismo. Con nuestra identidad, nuestros errores y arrepentimientos.

La novela nos recuerda que el pasado nunca desaparece por completo, ya que es inevitablemente parte de la persona que somos y la vida que vivimos durante el presente. Está en nuestra forma de pensar, nuestros actos y las relaciones que tenemos con la gente. Con un estilo que combina lo onírico con lo real, Chris Vuklisevic logra crear una novela que se lee como la transcripción de un sueño. Una que recuerda cómo a veces, es necesario tener el valor de enfrentarnos a los fantasmas del ayer, si lo que queremos es un mejor mañana.